Extranjerismos y moda: palabras que han venido para quedarse.
¿Por qué decir «de moda» cuando podemos decir fashion?
A todos nos ha pasado en algún momento. Abrimos una revista de moda y nos encontramos con una página llena de palabras en cursiva, entre comillas o destacadas en negrita que no pertenecen a nuestro idioma. Hoy en día, los artículos dedicados al mundo de la moda parecen escribirse en una mezcla terrorífica entre el inglés y el español que, asumámoslo, a casi todos nos cuesta entender.
Bien es cierto que en un mundo globalizado y en el ámbito de la moda, como en muchos otros, todo cambia muy rápido y de forma repentina. A veces esa rapidez nos obliga a adoptar cierta terminología hasta el momento no utilizada o a inventar palabras para definir conceptos poco conocidos o de reciente creación. Nuestro idioma es lo suficientemente versátil para adaptarse a los nuevos tiempos y a casi todos los ámbitos, ¿por qué entonces preferimos adoptar términos en un idioma extranjero a crearlos o rescatarlos en el propio?
Los idiomas más cool.
Las palabras que habitualmente adoptamos suelen provenir, en el campo de la moda, del inglés o del francés, pero mientras que el segundo tuvo un tiempo glorioso y ahora está perdiendo la carrera, el primero parece que cada vez está más en alza cuando hablamos de tomar prestadas palabras de este ámbito. Tanto es así que en algunos artículos o revistas especializadas, no saber el idioma de Shakespeare puede traernos muchos problemas si realmente deseamos entender el contenido del texto.
Entre todas estas palabras, hay algunas que han venido para quedarse, y son parte de nuestro vocabulario. En el caso de los galicismos, la RAE ya recoge algunos como nuestros, muestra inequívoca de un momento en el que el francés se erigió por méritos propios como el idioma de la moda. Es el caso de la palabra atelier. También de prêt-à-porter o savoir faire, que aunque todavía no recoge el diccionario de la Real Academia, ya están asentados en nuestra lengua (a pesar de tener equivalentes en nuestro idioma).
Los anglicismos son mucho más recientes, pero no por ello menos importantes. En las últimas décadas, ya sea porque el inglés ha pasado a ser el idioma más utilizado o porque los países de habla inglesa han pasado a ser grandes potencias en el mundo de la moda, los textos que encontramos en este campo están plagados de palabras que provienen de este idioma y que, por una razón u otra, han acabado formando parte de nuestro vocabulario habitual.
El inglés es trendy.
Asumámoslo, nos gusta decir que sabemos hablar inglés y que lo entendemos. Quizá por ello utilizamos su vocabulario cuando para muchas de sus palabras ya contamos con términos en nuestro propio idioma. Pero en inglés siempre suena mejor ¿no? Parece que está demasiado extendida la creencia de que las cosas, dichas en otro idioma, suenan mucho más profesionales o intelectuales.
Será por eso que plagamos nuestros artículos dedicados a la moda con palabras como «outfit», «must have», «it-girl» o «celebrities». Los términos que tenemos en español para dichas palabras no son extraños ni malsonantes y han existido por los siglos de los siglos: «conjunto», «imprescindibles», «icono de moda» o «famosos». ¿Por qué entonces decidimos utilizar la versión inglesa de nuestras palabras? Está claro, porque el inglés es trendy y el español, por lo que parece, no lo es tanto.
Todo en su justa medida.
Casi todos los traductores que nos dedicamos a este ámbito nos encontramos en multitud de ocasiones con la duda de si traducir o no estos términos, y cuál será el resultado final de nuestro trabajo si decidimos erradicar las palabras extranjeras de nuestros textos. Algunos de los términos que nos encontramos han tenido tanto calado en nuestro idioma que ya forman parte imprescindible de nuestro vocabulario en este ámbito. ¿Entenderán nuestros lectores el texto si de repente los eliminamos a discreción?
Como todo, los extranjerismos hay que utilizarlos en su justa medida. En primer lugar, es importante plantearse a qué público va dedicada nuestra traducción. Si es un público experto en la materia, algunos extranjerismos serán absolutamente necesarios, mientras que si nos dirigimos al público en general, es muy probable que podamos adaptar los extranjerismos a nuestra propia lengua y hacer así el texto mucho más llevadero, sobre todo para aquellos lectores cuyo dominio de otras lenguas es escaso.
Por tanto, y para equilibrar la balanza, la opción más justa para todos los lectores, y sin duda para nuestro idioma, será utilizar solo aquellos extranjerismos que sean imprescindibles y cuya equivalencia en nuestro idioma pueda dar lugar a ambigüedad o cuyo uso no sea de ámbito general. Probablemente de esta manera nuestros textos darán a entender que sabemos de lo que hablamos y al mismo tiempo, que sabemos utilizar nuestro propio idioma para expresarlo.
Extranjerismos must-have.
Algunos de los extranjerismos, ya sea en su adaptación a nuestro idioma o en su forma original, han de quedarse con nosotros para siempre. Los conceptos a los que hacen referencia están tan unidos a los términos en cuestión que no podremos prescindir de ellos. Os presentamos algunos de ellos:
- Bies: del francés biais, hemos adaptado al español y acuñado este término durante décadas para referirnos a un corte oblicuo en la tela o a una técnica de patronaje en la que la tela se corta en diagonal.
- Balconette: también proveniente del francés, pero en este caso sin adaptación gráfica en nuestro idioma, es el término que hace referencia a un tipo de sujetador de corte muy bajo, típico de la moda francesa y popularizado por Marilyn Monroe en los años 50.
- Cambray o Chambray: término de procedencia confusa (no está claro si se debe al apellido de su inventor o a la ciudad francesa de Cambray), se refiere a un tejido muy fino de algodón. En español se prefiere la adaptación gráfica «cambrai».
- Jacquard: palabra francesa en honor al inventor del telar mecánico Jean Marie Jacquard que da nombre al estampado de motivos geométricos.
- Pin–up: nombre inglés de la corriente de estética fotográfica y artística de los años 40 que hace referencia a un estilo sugerente, provocador y muy femenino.
- Tweed: voz inglesa que, a pesar de llevar años con nosotros no ha adaptado su grafía al español, quedándose en su forma original. Este término da nombre a un tejido escocés de lana de hilos de colores.
Stop extranjerismos.
Aunque nos empeñemos, algunos de los extranjerismos utilizados a diario en las publicaciones de moda o incluso en nuestras conversaciones diarias sobre el tema no son necesarios y tienen equivalentes en español que, aunque no suenen tan cool, son más apropiados que las voces extranjeras que solemos elegir. Algunos de los más comunes son:
- Backstage: ¿por qué utilizamos este anglicismo cuando desde tiempos inmemoriales tenemos en nuestro idioma los términos «entre bambalinas» y «entre bastidores»?
- Boho: palabra inglesa que hace referencia a un estilo que, en español, se ha llamado siempre «bohemio».
- Catwalk: es la palabra que utilizamos hoy en día para referirnos a lo que siempre hemos entendido como «pasarela».
- Clutch: o la palabra inglesa que denomina lo que para nosotros en español siempre ha sido un «bolso de mano» o una «cartera de mano».
- Crochet: puede parecer un galicismo de lo más llamativo, pero en realidad lo que está nombrando es el arte ancestral de hacer ganchillo.
- Flip–flop: quizá nos parezca que suena mucho mejor en inglés, pero este calzado no dejará nunca de denominar las chanclas de toda la vida.
- Jeans: sabemos que no pasan de moda, y quizá por eso queremos darle un nombre nuevo a una prenda que ya lleva con nosotros décadas: los «vaqueros».
- Outfit: que sí, que queda entendido, en inglés suena mejor. No es lo mismo decir outfit que «modelito», «atuendo» o «conjunto», pero llevamos utilizando décadas estas palabras para referirnos a las prendas de ropa que vamos a llevar puestas sin que nadie las haya tachado de malsonantes o antiguas, ¿no?
- Stiletto: le agradecemos muchísimo a Salvatore Ferragamo haber popularizado el uso del stiletto como lo que todos conocíamos como «tacón de aguja», pero no hace falta que utilicemos la palabra italiana cuando tenemos una denominación «de pura cepa».
- Trench: si bien hemos de agradecerle a Burberry el hecho de que no pase de moda, esta palabra tiene también su equivalente en español, y tampoco está pasada de moda: «gabaradina».
Y vosotros, ¿estáis hartos de los extranjerismos en el mundo de la moda? ¿O entendéis mejor los artículos que utilizan palabras en otros idiomas? Nos encantará saber vuestra opinión.
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