Hemos explicado en varios artículos anteriores la diferencia entre la traducción y la interpretación y también en qué consiste ese trabajo tan invisible al que muchos nos dedicamos. Es hora de echar la vista atrás y descubrir el origen de nuestra profesión, aunque seguramente muchos de vosotros ya lo conozcáis.

Egipto y la piedra Rosetta.

No es de extrañar que se sitúe el origen de la traducción en el descubrimiento de la conocida piedra de Rosetta. Esta piedra contenía información escrita sobre el decreto que ensalzaba la figura del faraón Ptolomeo V en el primer aniversario de su reinado, en el año 196 a.C. Lo curioso es que, en esta piedra de más de un metro de altura y casi 800 Kg de peso, estaba redactado el decreto en cuestión en tres idiomas diferentes: los jeroglíficos egipcios, la escritura demótica y el griego. Como no podía ser de otra forma, la piedra Rosetta se consideró a partir de entonces el primer rastro de la traducción propiamente dicha, y permitió a sus estudiosos descifrar por fin el significado de la escritura jeroglífica, que había sido un misterio absoluto hasta su aparición.

El hallazgo de la piedra Rosetta permitió descifrar la escritura jeroglífica.

El hallazgo de la piedra Rosetta permitió descifrar la escritura jeroglífica.

Muy poca gente sabe que uno de sus antecesores, Ptolomeo Filadelfo, ya en el siglo III a.C encargó la traducción de los Cinco Libros de Moisés. Cuenta la leyenda que este faraón egipcio invitó a nada menos que 72 sabios de Judea, conocedores del hebreo y el griego, para que tradujeran los Cinco Libros de Moisés al griego de forma que los judíos de Alejandría, que en su mayoría habían olvidado su idioma de origen, pudieran entenderlos y utilizarlos en sus cultos. Algo más tarde se traducirían también otros libros del Antiguo Testamento y el compendio de todas las traducciones encontradas se denominó versión alejandrina, Septuaginta o de los 70.

La traducción en las civilizaciones griega y romana.

Pero en esta época existieron también otras dos culturas, la griega y la romana, cuya aportación a la traducción data quizás de épocas anteriores, ya que la misma civilización romana fue la encargada de trasvasar la mayoría de la literatura griega al latín.

Aunque sus obras eran más un compendio de las obras y del pensamiento griegos que una traducción propiamente dicha, sabemos que la traducción de La Odisea del griego al latín que llevó a cabo Livio Andrónico es contemporánea a la versión alejandrina ya mencionada, luego el origen de la traducción puede determinarse en una época concreta, pero en múltiples territorios geográficos.

Los romanos tradujeron la mayoría de la literatura griega al latín.

Los romanos tradujeron la mayoría de la literatura griega al latín.

Las traducciones religiosas en la Edad Antigua.

La desaparición del hebreo como lengua religiosa dio como resultado la necesidad de traducir de este idioma en peligro de extinción a otro que pudiera entender el pueblo judío. El idioma elegido fue el griego, aunque realmente sus contemporáneos greco-romanos no se vieron influenciados por esta versión del Antiguo Testamento, libro que conocieron en la época del cristianismo.

Fue posteriormente, ya en el siglo II d.C. cuando comenzaron a aparecer las primeras traducciones de los libros del Antiguo Testamento desde el griego hacia el latín, versión que se denominó Vetus Latina. Ya en este periodo, las traducciones que encontramos tienen que ver con el ámbito religioso, y dos siglos más tarde una traducción de la Biblia será la que cambie por completo la historia de la traducción: la Vulgata. Esta traducción de la Biblia completa llevada a cabo por San Jerónimo, patrón hoy en día de los traductores, ha sido la traducción más divulgada y la única autorizada por la Iglesia católica en su momento. Aunque modificada en algunos aspectos a través de los siglos, esta fue la versión que imprimió Gutenberg por primera vez en 1452.

La traducción de la Biblia de San Jerónimo (patrón de los traductores) cambia por completo la historia de la traducción.

La traducción de la Biblia de San Jerónimo (patrón de los traductores) cambia por completo la historia de la traducción.

De la Antigüedad a la Edad Media.

Ya en los siglos IX y X, Bagdad se convierte en el centro neurálgico de la traducción. Se traducen al árabe, en este caso, los trabajos existentes en griego en campos como el de la filosofía y la ciencia. La rápida expansión de estas traducciones tuvo lugar a través de España, un territorio bajo dominio musulmán que actuó como puerta de entrada hacia Europa.

La península Ibérica era entonces un territorio multicultural. Con la cultura árabe en expansión, en este territorio convivían también judíos y cristianos, todos ellos con lenguas y culturas diferentes, que hacían de la traducción una absoluta necesidad. Esta riqueza tanto cultural como lingüística permitió que la traducción viviera un momento álgido en el que los conocimientos y las palabras pasaban de un idioma a otro y los traductores eran los portadores de las ideas.

 

En la Edad Media se tradujeron muchas obras del griego al árabe, a menudo a través de España.

En la Edad Media se tradujeron muchas obras del griego al árabe, a menudo a través de España.

La Escuela de Traductores de Toledo.

Toledo era, en aquellos momentos, el reflejo más fiel de la convivencia entre las tres culturas. Su conquista en el año 1085 y la tolerancia que mostraron los reyes castellanos cristianos con musulmanes y judíos facilitó que esta amalgama de culturas pusiera en marcha múltiples proyectos de traducción de los diferentes textos clásicos grecolatinos alejandrinos del árabe al latín. Este proceso era, en raras ocasiones una traducción directa entre ambos idiomas, ya que en la mayoría de las ocasiones existía una traducción intermedia a la lengua vernácula ya emergente: el castellano.

Aunque existe cierta polémica sobre el responsable de su fundación, sabemos que la Escuela de Traductores de Toledo se pone en marcha en el siglo XII gracias al arzobispo de Toledo y gran canciller de Castilla, Raimundo de Sauvetât, un monje cisterciense de origen francés. En sus primeros pasos, la Escuela basa su actividad en la transferencia de textos fundamentalmente teológicos y filosóficos.

 

La Escuela de Traductores de Toledo es el mejor reflejo de la multicultural península Ibérica.

La Escuela de Traductores de Toledo es el mejor reflejo de la multicultural península Ibérica.

 

Solo un siglo después, el rey Alfonso X, apodado «el Sabio», institucionalizará la Escuela y actuará como mecenas de múltiples científicos y eruditos que se embarcarán en la traducción de textos astronómicos, médicos y científicos pero también de obras recreativas. Su llegada a la Escuela es el símbolo del auge de la cultura en una época de cambios en la que ya se podía prever el final de la Edad Media.

Aparición de la imprenta y las lenguas vernáculas.

Con la creación de la imprenta en el siglo XV el mundo de la cultura se revoluciona por completo. En un mundo en el que las distintas lenguas vernáculas están también viviendo su apogeo, la rápida difusión del conocimiento influirá de forma decisiva en el desarrollo de la traducción.

La aparición de todas estas lenguas vernáculas impulsa la necesidad de traducir especialmente los textos religiosos, que se trasladarán a dichas lenguas en lugar del ya conocido latín, que irá perdiendo poco a poco su hegemonía. Esto hará que comience una guerra de traducciones en el campo teológico, ya que las traducciones religiosas se convertirán un arma lingüística, pero también política. Por un lado, elevarán el prestigio de las diferentes lenguas individuales, y por otro, restarán poder al clero al poner en tela de juicio sus interpretaciones de las Sagradas Escrituras. Probablemente el ejemplo más claro lo encontremos en la traducción que Lutero hizo de la Biblia al alemán y pasará a ser uno de los textos más importantes de la Reforma.

Con la creación de la imprenta en el s. XV surge una revolución cultural y traductológica.

Con la creación de la imprenta en el s. XV surge una revolución cultural y traductológica.

La traducción en la época contemporánea.

La expansión industrial, comercial y científica que aconteció a partir del siglo XIX y la posterior internacionalización de las relaciones comerciales y diplomáticas hicieron que se multiplicasen los intercambios lingüísticos, y con ellos la necesidad de traducir.

El auge de las traducciones y el desarrollo de los procesos de traducción han evolucionado mucho durante los siglos posteriores, pero hay otro hito que claramente ha marcado un antes y un después en la historia de la traducción: el descubrimiento de las nuevas tecnologías. No podemos negar que en el momento que vivimos la globalización y la existencia de cada vez más herramientas han ayudado en los procesos de traducción y también han amenazado la existencia de esta profesión.

Las nuevas tecnologías transforman el trabajo del traductor, que hoy tiene más herramientas y continúa siendo portador del conocimiento.

Las nuevas tecnologías transforman el trabajo del traductor, que hoy tiene más herramientas y continúa siendo portador del conocimiento.

Sin embargo, cada día que pasa, los traductores avanzamos en nuestra profesión y nos sobreponemos a los obstáculos para seguir rellenando este libro de historia de la traducción que todavía no ha visto escrita su última página.