Nos hemos referido en múltiples ocasiones al ámbito de la interpretación, a sus diferencias con el traductor y a las aptitudes que todo buen intérprete debe desarrollar. En esta entrada vamos a ahondar en la historia de esta profesión y como, desde los tiempos más antiguos, ha evolucionado hasta llegar a lo que conocemos en nuestros días. Porque, aunque algunos no se lo crean, para encontrar al primer intérprete debemos remontarnos hasta la Edad Antigua y, como no podía ser de otra manera, su nombre nunca aparecerá en la historia, ya que en aquella época, eran personas completamente anónimas.
Los intérpretes y las civilizaciones antiguas.
Aunque la interpretación simultánea tiene sus orígenes en los juicios de Núremberg, otros tipos de interpretación, como la consecutiva y la susurrada o chuchotage, han tenido una gran relevancia en los diferentes periodos de la historia, empezando por la época antigua.
Los tres grandes imperios de la antigüedad han contado siempre con la existencia de estos personajes anónimos que en cada cultura tuvieron una importancia diferente y su consideración fue también de lo más variada.
Antiguo Egipto: el Intérprete Superior.
Ya en el año 1350 a.C. podemos encontrar evidencias de la existencia de estos profesionales en una famosa imagen de la tumba de Tutankhamón, en la que un personaje aparece desdoblado susurrando por un lado a un embajador asirio y por otro al faraón, muestra de que el intérprete ya en aquellos tiempos desempeñaba un importante papel como mediador lingüístico. Los primeros testimonios sobre esta profesión tienen más de 5.000 años y en ellos se contempla su crucial intervención como guías comerciales, en el ámbito militar y en la administración central de Menfis.
No en vano, aquellas personas capaces de prestar servicios lingüísticos gozaban de gran estima, e incluso los faraones llegaron a otorgar títulos de Intérprete Superior, títulos de gran relevancia y que se hicieron hereditarios. Aunque en principio se utilizaron esclavos y rehenes para ejercer esta profesión, ya en el Imperio Medio se comenzó a elegir a los hijos de la nobleza egipcia, que habían sido educados en el extranjero y a los hijos de príncipes extranjeros para acometer estas funciones. En el Imperio Nuevo, Herodoto confirma que los niños egipcios eran entregados a los pueblos jónicos y váricos para que aprendieran el griego y posteriormente dedicasen sus esfuerzos a labores diplomáticas y comerciales con cretenses y fenicios.
Cuando Egipto cayó en manos de los árabes, lejos de desaparecer, los intérpretes fueron los encargados de islamizar el territorio.
Grecia y Roma: diferentes perspectivas frente a la interpretación.
También podemos encontrar rastro de esta profesión en las antiguas civilizaciones griega y romana, aunque la reputación de la que gozaban nuestros compañeros de la antigüedad era bien distinta. Mientras que en el Imperio Romano eran personajes clave en la comunicación entre el Imperio, las colonias y los territorios conquistados, en la Grecia helénica no gozaban de prestigio alguno, ya que aunque garantizaban el contacto con los pueblos sometidos, los griegos se consideraban muy superiores a los pueblos bárbaros y esperaban de ellos que aprendieran su idioma.
La Edad Media: el trujamán.
Ya en el marco de las Cruzadas podemos ver al intérprete en labores completamente diplomáticas, pero uno de los papeles de estos intérpretes se desarrollará y evolucionará durante la Edad Media para dar lugar a lo que conocemos como trujamán o dragomán. Estos intérpretes tenían unas características especiales, y su papel en la Edad Media estaba relacionado más con el ámbito económico y comercial que con el diplomático. El cambio de hegemonía política en el Mediterráneo desde los reinos árabes a los pueblos cristianos provoca la necesidad de mantener relaciones internacionales entre dos culturas muy diferentes. El papel del trujamán será, desde entonces, el de un intermediario lingüístico entre los diferentes estados y colonias tanto árabes como europeas.
El papel del intérprete será crucial también en la conquista del Nuevo Mundo. Durante la misma conoceremos a una de las primeras intérpretes de la época: Malinche. Cuenta la historia que esta princesa azteca, que hablaba tanto el maya como el nahuatl fue entregada a nuestro gran conquistador Hernán Cortés tras la batalla de Centla. Gracias a su bilingüismo, será intérprete, consejera e intermediaria de Cortés y ayudará en el proceso de acusación de Moctezuma y su posterior ejecución.
La Edad Moderna.
La hegemonía del latín prevalecerá hasta el siglo XVIII y la Paz de Westfalia, momento en el que el francés pasará a ser la lengua oficial de la diplomacia hasta el final de la Primera Guerra Mundial. Ya en el siglo XIX, Estados Unidos comenzará a revelarse como gran potencia económica, y el inglés irá ganando terreno. Como consecuencia, la importancia de los intérpretes se verá acrecentada en el ámbito político y el económico, y por primera vez dejarán de ser anónimos.
El periodo de entreguerras.
Esta época será la antesala y por tanto, el origen de la interpretación tal y como hoy la conocemos. Surgirá el papel del intérprete de conferencias y la relevancia de la profesión alcanzará su auge histórico.
Su génesis, por tanto, lo encontramos en la Primera Guerra Mundial. Es este momento en el que surge una necesidad imperiosa de contar con personas que pudieran servir de enlace entre unidades militares que hablaban distintos idiomas. Aparecerán entonces los intérpretes de guerra, cuyo papel será crucial en el transcurso de la guerra. Algunos de ellos actuarán como mediadores en la Conferencia de Paz de París en 1919, en la que los representantes de los cuatro países vencedores se reunirán para debatir una serie de cuestiones que culminarán con el ya conocido Tratado de Versalles y la fundación de la Sociedad de Naciones.
En estas reuniones se considerarán oficiales los idiomas inglés y francés, y los intérpretes serán los encargados de transmitir los discursos de los oradores a través de la interpretación consecutiva. El papel de estos intérpretes será crucial, y por primera vez pasarán a la historia sus nombres y se elevará la importancia del oficio del intérprete. Uno de ellos, Antoine Velleman, fundará tiempo después la Escuela de Intérpretes de Ginebra, y otro, Jean Herbert, será el encargado de reclutar el primer equipo de intérpretes profesionales para la primera Asamblea General de la entonces Sociedad de Naciones.
En 1926, además, aparecerá la primera patente de un equipo para la interpretación simultánea. El sistema se llamará «Hushaphone Filene-Finley IBM» y será utilizado por primera vez en la Conferencia Internacional del Trabajo de 1927. Posteriormente, en las asambleas de la Sociedad de Naciones de 1931 y 1932 se tratará de comprobar la validez del proceso de interpretación simultánea, aunque el sistema no terminará de cuajar hasta diez años después.
Los Juicios de Núremberg y la interpretación simultánea.
Tras el final de la Segunda Guerra Mundial, las naciones aliadas emprendieron una serie de procesos judiciales con el objetivo de determinar y sancionar las responsabilidades de dirigentes, funcionarios y colaboradores del régimen nacionalsocialista de Hitler. En este proceso, denominado como los Juicios de Núremberg participaron los cuatro países vencedores y el vencido: Estados Unidos, Gran Bretaña, la Unión Soviética y Francia por un lado, y Alemania por otro. No es de extrañar que, ante tal diversidad lingüística, se pusiera en duda la eficacia de la interpretación consecutiva, que además auguraba una duración temporal infinita.
Se propuso por tanto utilizar el método de interpretación simultánea, que finalmente sería el elegido y daría lugar al ya conocido oficio de intérprete de conferencias. Evidentemente, desde entonces hasta nuestros días la evolución y el desarrollo de este tipo de interpretación han sido asombrosos, no solo en cuanto a los elementos hoy utilizados para desempeñar esta labor (cabinas, micrófonos, equipos), sino también en lo que respecta a la preparación, formación y profesionalidad de nuestros compañeros intérpretes.
Día a día la labor de miles de intérpretes a lo largo y ancho del globo va rellenando páginas en este libro dinámico e infinito que representa la Historia de la Interpretación.
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